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Esta es la historia de Yoiner Martínez, uno de los niños que viven en el barrio La Cruz y aprovechan su tiempo libre para ir a leer, aprender y divertirse en la Biblioteca Sueños de Papel. ¡Vamos!

 

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Era domingo, había acabado de llover y el patio delantero de la biblioteca Sueños de Papel, ubicada en el barrio La Cruz de Medellín, estaba lleno de pantano.

 

En el interior del lugar, mientras paraba la lluvia, Wendy Vera, psicóloga, pedagoga y fundadora de la biblioteca, terminaba el taller de iniciación a la lectura con los niños. Los jóvenes por su parte, jugaban a la pelea afuera de la casa de libros con unos plásticos grises que habían encontrado.

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Piel morena, 1,30 metros de estatura, viste una camisa de cuadros, una pantaloneta desgastada, unas sandalias talla 37 empantanadas y una sonrisa. Es un niño, se llama Yoiner Martínez y tiene 11 años.

 

Yoiner tomó la manguera y empezó a sacar con el agua el pantano que pronto entraría en la biblioteca. “Sin culpa” o “sin querer queriendo”, el niño mojó a dos de los jóvenes que disputaban una pelea a muerte con sus espadas y escudos grises.

 

Los dos rivales dejaron a un lado la pelea y se dirigieron a Yoiner, le insultaron y le pegaron no muy fuerte, no muy suave. Y el que hasta entonces era el limpiador del patio, rompió en llanto.

 

En cuanto Wendy escuchó llorar al niño salió en su defensa y regañó a los jóvenes. “Dejá de llorar ome chillón, que porque es el consentido de Wendy entonces cree que puede hacer lo que quiera”, se exculparon los adolescentes. La profesora abrazó a Yoiner y él dejó de llorar. Fin del cuento.

Su sueño

 

Yoiner vive con su mamá, su padrastro, su hermana Nayelis de 13 años y su hermano Santiago de tres años. Los cinco viven a una sola casa de la biblioteca Sueños de Papel. Los domingos sin falta y todos los días que abran la biblioteca, Yoiner sale caminando hacia el espacio que más anhela en toda la semana.

 

De los talleres que ofrece la biblioteca, el que más le gusta es de lectura. Ya se ha leído como 30 libros y los que más recuerda son Monster High de Lisi Harrison, Yo no hice mi tarea porque de Davide Cali y Escalofríos de Robert Lawrence Stine.

 

A parte de leer, otra de las cosas que más le apasiona a Yoiner es patinar en patines. “Antes me los prestaban, pero ya no, estoy todo triste porque no tengo”, dice el niño.

El sueño de Yoiner es ser patinador profesional. “Cuando salga del colegio quiero hacer un curso científico, pero si ese curso no me da, yo sigo con mi patinaje”, aclaró. Siempre ha soñado con unos patines verdes con negro.

 

Lo que le hace feliz es ir a la biblioteca y patinar, pero como todavía no tiene sus patines y no le gusta rogar a los niños de por ahí para que se los presten, se conforma con poder ir a Sueños de Papel.

 

Yoiner ya lleva un año yendo a la casa de libros. Lo que más recuerda es que el año pasado celebraron el cumpleaños de la biblioteca y la pasó “muy chévere”. Había torta y regalos… “A mí me tocó un tren, pero me salió malo porque no quería andar. Entonces Wendy me dijo que pidiera lo que quisiera y yo pedí una pala, aún no me la dan”, comentó el niño.

Un día normal en Sueños de Papel es con juegos. Yoiner llega, saluda a Wendy, juega con los muchachos, lee y cuando se aburre se sienta por ahí escondido y sigue leyendo. No faltan las peleas, con casi todos discute, pero con los que mejor se la lleva se llaman Isaías y Jefferson, que son unos años mayores.

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¿Cómo fue el cambio?

 

Antes de vivir en La Cruz, Yoiner vivía en La Honda, un barrio cercano donde los jóvenes mantenían una constante rivalidad con los de su actual barrio. “Los muchachos de allá peleaban con los de acá, eran enemigos, pero ya se han calmado”, explica Yoiner.

 

Lo que más le gusta de este barrio es el cambio que se dio, ya no hay peleas, la gente es más colaboradora, si hay un problema las cosas se hablan y además, es más económico. “Ah, y se me olvidaba lo más importante, acá está la biblioteca, entonces hay más espacios para recrearse, uff muchos…”, añadió Yoiner.

 

A Yoiner le encanta Sueños de Papel, le encanta leer, patinar y “pelear” con los muchachos. Pero lo que sí dice en un tono de indignación es que la biblioteca debería estar abriendo más: porque uno con ganas de que abran la biblioteca todos los días.

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